29.10.09

EL INDECOROSO DE LA PROPUESTA

Por Francisco Moreno Mejías

El día 16 de octubre fue la entrega de los premios Ricardo Miró de 2009 y el siguiente día 19 el señor Miguel Ángel Chinchilla Amaya, uno de los jurados extranjeros, publicó desde su país lo siguiente: “a la hora del desayuno y antes de comenzar los debates para el fallo, a través de interpósita persona recibí una propuesta indecorosa de alguien que había enviado a concurso su libro de cuentos”.

Lo que una persona decente hubiera hecho al recibir una “propuesta indecorosa” donde tuvieron la amabilidad de invitarlo, es denunciar el caso a la autoridad que lo invitó o bien, si no quiere complicarse la vida, decirle al proponente: Voy a suponer que no he oído lo que usted me ha dicho si no insiste en ofenderme. El señor Chinchilla no hizo nada de eso. Después de retirarse a su casa, no conforme con divulgar la indecorosa propuesta que calló en Panamá, añadió en el mismo comunicado: “la vox populi en Panamá sostiene que dicha costumbre ha sido inveterada en la adjudicación de dicho galardón” y “en la apertura de las plecas (sic) algunos periodistas cuestionaron la transparencia de ediciones anteriores del premio de marras, ante lo cual las actuales autoridades adujeron que en el presente se trata de una nueva administración”.

Parece dispensar a la nueva administración (del INAC, se supone), por lo que hace sospechosos de “dicha costumbre” no sólo a particulares, sino también a las administraciones anteriores.

Cuando alguien dice que se cometió un delito, pero no lo denuncia a la autoridad competente, se hace cómplice del delincuente y se expone a una demanda de la parte ofendida.

Este señor tuvo además la ingratitud de criticar (después de recibirlo) el emolumento que le dio el INAC por confiar en su pericia para ser jurado de su principal premio literario. Se atrevió a decir que “un premio dotado con tanto dinero debería aumentar por lo menos a mil dólares el reconocimiento a los calificadores”.

El señor Miguel Ángel Chinchilla Amaya ofendiendo a Panamá se ofendió a sí mismo, haciendo evidente su falta de caballerosidad y de inteligencia.

19.10.09

SOBRE PREMIOS LITERARIOS Y ALGUNAS DESHONESTIDADES

Por Miguel Ángel Chinchilla

Todavía con el paisaje urbano de Panamá en la retina y el rumor de aquella cálida ciudad caribeña, me dispongo a pergeñar esta reseña de mi última visita (la cuarta para ser exacto) al país de Ricardo Miró (¡Oh Patria tan pequeña, tendida sobre un istmo!).

Precisamente acabo de estar por allá invitado por el Instituto Nacional de Cultura (INAC), para participar como jurado en el Premio Nacional de Literatura "Ricardo Miró" 2009, en la rama de cuento. Desde mediados de julio recibí por correo 24 libros los cuales inmediatamente comencé a devorar con diente de forense, para escoger posteriormente un solo ganador en acuerdo con otros dos jurados de quienes no tenía la más mínima idea sobre su identidad.

Lo mismo sucedía con los otros géneros literarios: poesía, novela, teatro y ensayo; y tal era el hermetismo que se manejaba con los nombres de los jurados, que no fue sino hasta llegar a Panamá, cuando me enteré que uno de los calificadores de poesía era también el joven poeta salvadoreño, Jorge Galán. Debo decir aquí que el INAC acostumbra invitar a dos jurados internacionales y uno local por cada género, en esta justa de las letras panameñas con una tradición que viene desde 1942.

Otras sorpresas que también me llevé fue encontrar en el aeropuerto Tocumen al laureado escritor guatemalteco Mario Roberto Morales, quien llegaba como jurado de novela, y enterarme además minutos más tarde que otro de los jurados en teatro era el broder Norman Douglas, en su calidad de ciudadano panameño (31 años de residir en aquel país canalero), aunque Norman sigue siendo más salvatrucho que las pupusas tanto que últimamente ha sido propuesto para fungir como cónsul de El Salvador en Panamá.

De las cosas que uno más disfruta en estos encuentros de calificadores, menciono la camaradería y sentido lúdico que se genera en el grupo, es decir reírse mucho, compartir chistes y anécdotas de todos colores y sabores, no tomarse muy en serio la cosa literaria y gozarla al máximo dentro del concepto de "precious & few", porque como bien decía Oscar Wilde "la vida es demasiado importante para tomársela en serio". En esta ocasión, de los personajes que más disfruté por su llaneza y forma de ser, fueron: el peruano Winston Orrillo, jurado de poesía, el mexicano Oscar de la Borbolla, jurado de ensayo, y Mario Roberto Morales de quien ya dije llegó como jurado en el género novela.

De tal suerte, el lunes 12 de octubre en horas del mediodía los cinco equipos calificadores ya teníamos los fallos respectivos, cuyos resultados fueron conocidos más tarde de ese mismo día en conferencia de prensa, cuando un notario abrió las plicas de los concursantes triunfadores.

En los días posteriores de esa misma semana conocida como "Semana Miró", los miembros del jurado en los cinco géneros participamos además en recitales y conferencias que se realizaron en la Universidad de Panamá, la Biblioteca Nacional y la Academia Panameña de la Lengua, respectivamente.

Este premio Miró es muy codiciado por los escritores panameños, no tanto por el prestigio que sin duda es innegable, sino sobre todo por la dotación (15 mil dólares), monto que ni siquiera ofrecen premios internacionales como "Casa de las Américas" o el famoso "Juan Rulfo", para mencionar dos de los principales. Al respecto, en la apertura de las plecas algunos periodistas cuestionaron la transparencia de ediciones anteriores del premio de marras, ante lo cual las actuales autoridades adujeron que en el presente se trata de una nueva administración.

A mí en lo personal no me cabe la menor duda de que por quince mil dólares un escritor o escritora pueda ser presa de la deshonestidad, y esto lo digo y lo sostengo con toda la propiedad del mundo, ya que la primera mañana de estadía en Panamá, a la hora del desayuno y antes de comenzar los debates para el fallo, a través de interpósita persona recibí una propuesta indecorosa de alguien que había enviado a concurso su libro de cuentos, algo que me pareció ofensivo y grotesco, lo cual quiero dejar aquí consignado ya que la vox populi en Panamá sostiene que dicha costumbre ha sido inveterada en la adjudicación de dicho galardón, y como repito con toda propiedad lo creo y lo confirmo sobre todo al leer algunas obras premiadas en años anteriores, libros que a mi juicio dejan mucho que desear.

Por supuesto que hoy día, luego de que el presidente Obama ha recibido el premio Nobel de la Paz, a nadie sorprende ni asusta que otros galardones de cualesquiera materias en el mundo, sean conferidos sin mayor merecimiento y con la más escandalosa impunidad.

Por un galardón de 15 mil dólares más medalla de oro y la publicación de la obra, un jurado calificador debe buscar la excelencia y por ello me pareció acertado que este año el jurado de teatro declarara desierto el respectivo premio, aduciendo precisamente falta de calidad en las dieciséis obras presentadas, y proponiendo que el monto del premio sea destinado a realizar talleres de dramaturgia que abonen en la formación de este género que parece fácil pero no lo es, porque no se trata simplemente de crear personajes truculentos con sus diálogos y didascalos, sino de convertir la imaginación escénica en propuestas verosímiles bien estructuradas. Al respecto fui testigo presencial de cómo la Directora General del INAC, María Eugenia Herrera de Victoria, se comprometió con Norman Douglas para cumplir con dicha recomendación de los jurados.

Por otro lado comentábamos los jurados del presente año, que un premio dotado con tanto dinero debería aumentar por lo menos a mil dólares el reconocimiento a los calificadores, ya que como decía líneas arriba, calificar tantos libros para un premio de esta categoría implica una verdadera responsabilidad con el oficio, ya que no se trata de un galardón para aficionados sino para profesionales de larga trayectoria. Sería conveniente que las autoridades del INAC redimensionaran y reevaluaran las políticas y bases del concurso, por supuesto para único beneficio de las letras panameñas.

Concluyo esta reseña publicando la lista de los triunfadores y los jurados del Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró 2009, todo un acontecimiento en la vida cultural de Panamá.

POESÍA: triunfó el poeta Salvador Medina Barahona, con su poemario "Pasaba yo por los días"; los jurados en este género fueron el peruano Winston Orrillo, el salvadoreño Jorge Galán y el panameño Arístides Turpana.

NOVELA: triunfó la escritora Consuelo Tomás, con su libro "Lágrima de dragón"; los jurados fueron la venezolana Michaelle Ascencio, el guatemalteco Mario Roberto Morales y la panameña Anaís Ileana Morán.

TEATRO: fue declarado desierto; los jurados fueron el costarricense Juan Carlos Calderón, el cubano Omar Valiño Cedre y el salvadoreño-panameño Norman Douglas.

ENSAYO: triunfó el escritor Porfirio Salazar, con su trabajo "La piel en la llama: identidad y literatura en perspectiva histórica"; los jurados fueron el costarricense Carlos Francisco Monge, el mejicano Oscar de la Borbolla y el panameño Miguel Ángel Candanedo.

CUENTO: triunfó el poeta Dimas Lidio Pitty, con su libro "La puerta falsa"; los jurados fueron el salvadoreño Miguel Ángel Chinchilla, el español Luis del Val Velilla y la panameña Livia Ester R. de González.

Agradezco especialmente a la licenciada Aleida De Gracia y su equipo de colaboradores, las atenciones que nos dispensaron durante nuestra breve estadía en aquella moderna ciudad de grandes rascacielos deshabitados, tema sobre el cual podríamos hablar en otro artículo ¡Abur!