
Reflexiones sobre el poemario de Sofía Santim, "Encontrarás..." (UTP, Panamá, 2006).
Solo quiero compartir aquello que generó la experiencia de leer el hermoso libro de poemas "Encontrarás..." (UTP, Panamá, 2006) de Sofía Santim. La grata travesía de momentos y visiones fueron, en primer término, la atmósfera que dio cohesión a una lectura más profunda. Los harmónicos dilatados de una poesía cristalina y comprometida con la natural estética de lo vital. Pasajes secretos a un recóndito valle del alma.
Encontré en los versos la añoranza de un ideal que latía más allá de las palabras. Un viaje hacia la madurez de los sueños, la inevitable sacudida del espíritu. Es claro el aprendizaje del camino recorrido y la emancipación tímida de lo que florece y se descubre en el dolor de una tierra de alegrías y metáforas.
Algunos de los caminos que proyecta este libro de ambrosías, son senderos espontáneos y lúdicos, periplos oníricos y metafóricos emanados de una danza de ligereza y delicadeza. Compasión y receptividad, luminosidades e intuición, huellas inequívocas de una feminidad progresiva y evolucionada.
Fue casi como un suspiro, algo poderosamente simple y a la vez profundo, navegaba por estas páginas de delicias y fiebres. Sueños y temores adornados con guirnaldas y perfumes que solo el espíritu femenino, en su más profunda emanación, es capaz de plasmar con la belleza y empeño de una pequeña hada de maravillas.
Voy a conocerme de una vez por todas.
(Únicos)
Hay algo medicinal en la poesía de Sofía, una reflexión limpia y equilibrada genera un dialogo auto curativo. Versos tónicos, vibran en sus poemas, la sentencia definitiva de un alma en búsqueda constante que se define con balance y ternura sobre sus primeras heridas.
Respiramos en el viento, sobre lo que dicta la aurora, desprotegidos, sin armaduras, sin mentiras.
(Nosotros los del alma al aire)
Pasaron algunos años desde que tuve el honor de conocer a Sofía y sus escritos. De la niña tímida que recordara entonces, ahora es la mujer que maduró en su sensibilidad poética. Poetisa que esgrime la pluma de una juventud iluminada, desenfadada y libre. Plena del crecimiento nutricio de la aventura y la magia esencial de un nuevo arte.
Secuencias de candidez e ilusión salpican su prosa, lo cual revela que algunos cristales todavía no se han roto. Su poesía flota sobre la dulzura de un tiempo no definido. Creatividad y amor en reserva. Creo pensar que todavía esta ausente la gran sacudida, el estremecimiento final. Aquel que dará término a la entonación deliciosa de Caliope para dar pasó a la poderosa voz creadora de la mujer poeta.
Mi joven cuerpo, de joven mente, lleva angustia milenaria de ropajes impúberes.
(Ropajes impúberes)
Es difícil no caer cautivo en los versos de esta poeta del alma al aire, y lo confieso, he pasado algunos días leyendo y extraviado, en el abandono, la comisura de su sonrisa donde hace algún tiempo habita la palabra reencontrada. Sus poemas llaman a definir un espacio de caminos que todavía están abiertos al irreducible viento modelador de existencias, el destino.
Qué destellos de vida se confunden en los atardeceres del sentido mientras nos anuncian un vacío de inmovilidad y ropajes impúberes, sobre la conciencia de una realización solitaria.
No hay espacio en esta tierra para llorarle al verano.
(Vamos corcel blanco)
Puedo sentir muchas cosas más allá de los versos, y es luminosa la visión de lo preexhibido. Las imágenes están limpias y los días son luminosos en el devenir de su encontrada palabra. La escritora habla consigo misma y este dialogo lleva la huella de lo que arde en transformación, gestación y camino.
Esta vez yo iluminaré los mares, el viento, para ejecutar mi ultima danza; Y mostrarte lo que estuvo Y siempre ha de estar.
(Desnuda)
Su prosa tiene la soltura de lo que fue escrito in situ y su sensibilidad es todavía reticente a la entrega absoluta. Quisiera pensar que todavía se debate en el peso de una razón que los lectores desconocemos, y es esta duda la que define el camino de una poesía liquida y en constante fluir. Comprometida pero trashumante hacia la consecución de un sueño que solo vislumbramos.
Clavo tres estacas para delimitar mis pasos. El mapamundi soy yo, quien diga lo contrario no ha salido a recorrer el mundo.
(Estoy en guerra con la vida)
En el libro "Encontraras..." de Sofía Santim, podemos habitar la transición de una prosa reveladora y compenetrada con su existir, lúcida y balsámica, que insufla vida en los espacios de una cosmovisión de lo femenino.
Refrescante fue para mi aridez, la lectura de los poemas, encontré la tersura de un camino más germinal, botánico si se quiere, casi como la poderosa fuerza de una naturaleza sutil. Así como sin esfuerzo llega la primavera y florece. Así igualmente germinan sus palabras, sin esfuerzo, sin siquiera proponérselo.
Ha sido un placer encontrar en su libro las inequívocas variaciones de una tonada vital, la inigualable e indescriptible sensación de aquello que es más arte que materia, más poesía. Más mujer.