19.10.09

SOBRE PREMIOS LITERARIOS Y ALGUNAS DESHONESTIDADES

Por Miguel Ángel Chinchilla

Todavía con el paisaje urbano de Panamá en la retina y el rumor de aquella cálida ciudad caribeña, me dispongo a pergeñar esta reseña de mi última visita (la cuarta para ser exacto) al país de Ricardo Miró (¡Oh Patria tan pequeña, tendida sobre un istmo!).

Precisamente acabo de estar por allá invitado por el Instituto Nacional de Cultura (INAC), para participar como jurado en el Premio Nacional de Literatura "Ricardo Miró" 2009, en la rama de cuento. Desde mediados de julio recibí por correo 24 libros los cuales inmediatamente comencé a devorar con diente de forense, para escoger posteriormente un solo ganador en acuerdo con otros dos jurados de quienes no tenía la más mínima idea sobre su identidad.

Lo mismo sucedía con los otros géneros literarios: poesía, novela, teatro y ensayo; y tal era el hermetismo que se manejaba con los nombres de los jurados, que no fue sino hasta llegar a Panamá, cuando me enteré que uno de los calificadores de poesía era también el joven poeta salvadoreño, Jorge Galán. Debo decir aquí que el INAC acostumbra invitar a dos jurados internacionales y uno local por cada género, en esta justa de las letras panameñas con una tradición que viene desde 1942.

Otras sorpresas que también me llevé fue encontrar en el aeropuerto Tocumen al laureado escritor guatemalteco Mario Roberto Morales, quien llegaba como jurado de novela, y enterarme además minutos más tarde que otro de los jurados en teatro era el broder Norman Douglas, en su calidad de ciudadano panameño (31 años de residir en aquel país canalero), aunque Norman sigue siendo más salvatrucho que las pupusas tanto que últimamente ha sido propuesto para fungir como cónsul de El Salvador en Panamá.

De las cosas que uno más disfruta en estos encuentros de calificadores, menciono la camaradería y sentido lúdico que se genera en el grupo, es decir reírse mucho, compartir chistes y anécdotas de todos colores y sabores, no tomarse muy en serio la cosa literaria y gozarla al máximo dentro del concepto de "precious & few", porque como bien decía Oscar Wilde "la vida es demasiado importante para tomársela en serio". En esta ocasión, de los personajes que más disfruté por su llaneza y forma de ser, fueron: el peruano Winston Orrillo, jurado de poesía, el mexicano Oscar de la Borbolla, jurado de ensayo, y Mario Roberto Morales de quien ya dije llegó como jurado en el género novela.

De tal suerte, el lunes 12 de octubre en horas del mediodía los cinco equipos calificadores ya teníamos los fallos respectivos, cuyos resultados fueron conocidos más tarde de ese mismo día en conferencia de prensa, cuando un notario abrió las plicas de los concursantes triunfadores.

En los días posteriores de esa misma semana conocida como "Semana Miró", los miembros del jurado en los cinco géneros participamos además en recitales y conferencias que se realizaron en la Universidad de Panamá, la Biblioteca Nacional y la Academia Panameña de la Lengua, respectivamente.

Este premio Miró es muy codiciado por los escritores panameños, no tanto por el prestigio que sin duda es innegable, sino sobre todo por la dotación (15 mil dólares), monto que ni siquiera ofrecen premios internacionales como "Casa de las Américas" o el famoso "Juan Rulfo", para mencionar dos de los principales. Al respecto, en la apertura de las plecas algunos periodistas cuestionaron la transparencia de ediciones anteriores del premio de marras, ante lo cual las actuales autoridades adujeron que en el presente se trata de una nueva administración.

A mí en lo personal no me cabe la menor duda de que por quince mil dólares un escritor o escritora pueda ser presa de la deshonestidad, y esto lo digo y lo sostengo con toda la propiedad del mundo, ya que la primera mañana de estadía en Panamá, a la hora del desayuno y antes de comenzar los debates para el fallo, a través de interpósita persona recibí una propuesta indecorosa de alguien que había enviado a concurso su libro de cuentos, algo que me pareció ofensivo y grotesco, lo cual quiero dejar aquí consignado ya que la vox populi en Panamá sostiene que dicha costumbre ha sido inveterada en la adjudicación de dicho galardón, y como repito con toda propiedad lo creo y lo confirmo sobre todo al leer algunas obras premiadas en años anteriores, libros que a mi juicio dejan mucho que desear.

Por supuesto que hoy día, luego de que el presidente Obama ha recibido el premio Nobel de la Paz, a nadie sorprende ni asusta que otros galardones de cualesquiera materias en el mundo, sean conferidos sin mayor merecimiento y con la más escandalosa impunidad.

Por un galardón de 15 mil dólares más medalla de oro y la publicación de la obra, un jurado calificador debe buscar la excelencia y por ello me pareció acertado que este año el jurado de teatro declarara desierto el respectivo premio, aduciendo precisamente falta de calidad en las dieciséis obras presentadas, y proponiendo que el monto del premio sea destinado a realizar talleres de dramaturgia que abonen en la formación de este género que parece fácil pero no lo es, porque no se trata simplemente de crear personajes truculentos con sus diálogos y didascalos, sino de convertir la imaginación escénica en propuestas verosímiles bien estructuradas. Al respecto fui testigo presencial de cómo la Directora General del INAC, María Eugenia Herrera de Victoria, se comprometió con Norman Douglas para cumplir con dicha recomendación de los jurados.

Por otro lado comentábamos los jurados del presente año, que un premio dotado con tanto dinero debería aumentar por lo menos a mil dólares el reconocimiento a los calificadores, ya que como decía líneas arriba, calificar tantos libros para un premio de esta categoría implica una verdadera responsabilidad con el oficio, ya que no se trata de un galardón para aficionados sino para profesionales de larga trayectoria. Sería conveniente que las autoridades del INAC redimensionaran y reevaluaran las políticas y bases del concurso, por supuesto para único beneficio de las letras panameñas.

Concluyo esta reseña publicando la lista de los triunfadores y los jurados del Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró 2009, todo un acontecimiento en la vida cultural de Panamá.

POESÍA: triunfó el poeta Salvador Medina Barahona, con su poemario "Pasaba yo por los días"; los jurados en este género fueron el peruano Winston Orrillo, el salvadoreño Jorge Galán y el panameño Arístides Turpana.

NOVELA: triunfó la escritora Consuelo Tomás, con su libro "Lágrima de dragón"; los jurados fueron la venezolana Michaelle Ascencio, el guatemalteco Mario Roberto Morales y la panameña Anaís Ileana Morán.

TEATRO: fue declarado desierto; los jurados fueron el costarricense Juan Carlos Calderón, el cubano Omar Valiño Cedre y el salvadoreño-panameño Norman Douglas.

ENSAYO: triunfó el escritor Porfirio Salazar, con su trabajo "La piel en la llama: identidad y literatura en perspectiva histórica"; los jurados fueron el costarricense Carlos Francisco Monge, el mejicano Oscar de la Borbolla y el panameño Miguel Ángel Candanedo.

CUENTO: triunfó el poeta Dimas Lidio Pitty, con su libro "La puerta falsa"; los jurados fueron el salvadoreño Miguel Ángel Chinchilla, el español Luis del Val Velilla y la panameña Livia Ester R. de González.

Agradezco especialmente a la licenciada Aleida De Gracia y su equipo de colaboradores, las atenciones que nos dispensaron durante nuestra breve estadía en aquella moderna ciudad de grandes rascacielos deshabitados, tema sobre el cual podríamos hablar en otro artículo ¡Abur!

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Vienes a decir eso, TÚ, CHINCHILLA, TÚ?
El mismo que organiza concursos, donde vos mismos participás, y GANÁS?
hay que tener HUEVO...?
Quién te crees para sembrar esa cizaña?
con qué moral, huevón?

ROQUE JAVIER

Edilberto González Trejos - Autor dijo...

La calidad de las obras premiadas da fe de la buena labor
a) Del INAC al seleccionar los Jurados
b) De los Jurados.-

No dudo que la naturaleza humana quiera tentar la integridad, pero ojo, que esta denuncia de CHINCHILLA no debe ser tomada a la ligera. No descalifiquen al colega escritor, veamos objetiva e imparcialmente el fondo y sustento de la denuncia.

Javier Stanziola dijo...

Varias administraciones del INAC se han comprometido ha cambiar las bases del Miro/Teatro para reflejar las tendencias internacionales (teatro en texto es teatro muerto). Pero pronto se dan cuenta que es mucho mas facil gastar $15,000 en la publicacion de un libro que $15,000 en talleres dramaturgicos dado que tienden a tener poca capacidad para desarrollar e implementar tal programa de trabajo.
Los comentarios de Chinchilla parecen de ficcion postmodernista. Por una parte dice que la transparencia y confidencialidad de los jurados no esta a duda, pero luego abiertamente mancha el nombre de grandes cuentistas panamenos diciendo que compraron el Miro en el pasado.

Anónimo dijo...

¡Es la naturaleza humana! El INAC no tiene la culpa. Otra amiga que fue jurado en el 2,007 comentó lo mismo: Le habían ofrecido 5, 000.00 por otorgar uno de los premios. Y mejor ni sigo porque capaz me censuran.
M. Preciado.

Anónimo dijo...

PERO SI VARIOS JURADOS HAN SIDO CANDIDADOS AL MIRÓ EN AÑOS ANTERIORES. MIREN A LA GENIAL POETISA DE ENTRADA ABIERTA A LA MANSIÓN CERRADA, UNOS AÑOS ES JURADO, OTROS ES PARTICIPANTE...¡NO SE PUEDE SER JUEZ Y PARTE DE LA MISMA CAUSA!

Anónimo dijo...

GRACIAS CHINCHILLA,por descubrir que en Panamá el agua moja. A esos panameñitos ilusos o dizque ilusos, que tratan de hacer pensar a otros que en esta cosa hay pulcritud y honestidad; que sigan creyendo en pajaritos preñados. Esperamos que una futura intervención nos des señales del proponente deshonesto. SEÑORES: esa es, ha sido y será nuestra realidad. Jurados que luego son concursantes; concursantes que luego son jurados, etc. ESO NO ES NUEVO.