Cuando Ariel Barría expuso alguna vez sus consejos fundamentales para presentar un libro, habló de tantas cosas que tal vez no recuerdo, aunque una sobrevive en mí: Al presentar un libro sólo debemos decir la verdad, o por lo menos lo que para nosotros es la verdad. Creo que igual ocurre al presentar una revista, sobre todo la revista que me regaló sus páginas para que pudiera materializar en papel y tinta las ideas que existían en mi mente, una revista que hoy dice adiós a una tercera época; sin embargo, es también una revista en la cual ya se vislumbra el nuevo amanecer de una cuarta época.
Enrique Jaramillo Levi, al centro, rodeado de
algunos de los escritores que participaron en la
presentación de la Maga, leyendo sus textos,
empezando por la izquierda: Melquiades Villareal
Castillo, Irina de Ardila, Diego Enrique Quijano
Victoria Jiménez Vélez, Gloria Melania Rodríguez,
Enrique Jaramillo Levi, la estudiante Catherine Díaz,
Ariel Barría Alvarado, José Luis Rodríguez Pittí,
Klenya Morales, Luigi Lescure y A. Morales Cruz.
algunos de los escritores que participaron en la
presentación de la Maga, leyendo sus textos,
empezando por la izquierda: Melquiades Villareal
Castillo, Irina de Ardila, Diego Enrique Quijano
Victoria Jiménez Vélez, Gloria Melania Rodríguez,
Enrique Jaramillo Levi, la estudiante Catherine Díaz,
Ariel Barría Alvarado, José Luis Rodríguez Pittí,
Klenya Morales, Luigi Lescure y A. Morales Cruz.
Obviando las palabras de Ariel Barría, pudiera comenzar mi disertación diciendo que no existen entre las ochenta y ocho mil y tantas palabras del Diccionario de la Real Academia Española, las voces necesarias para expresar la indefinible emoción que experimento ante esta oportunidad o para hacer justicia la grandeza de este número tan singular.
Sin embargo, estoy contento por la oportunidad que se me ha brindado, alegre al ver tantas caras conocidas para rendirle tributo a David Robinson cuando señala que estos eventos tan sólo son pretextos para encontrarnos, que siento algo de tristeza, porque dentro de esta tercera época de Maga he dejado mucho de mí, de mi pensamiento, tal vez lo único que me sobreviva en el tiempo y el espacio. Por lo tanto, sé que decir y cómo lo voy a decir.
En el Editorial de esta número Enrique Jaramillo Levi, el ideólogo de este proyecto que vio la luz hace más de veinte años, aún cuando todos sabemos que los proyectos literarios de nuestro país tienen una esperanza de vida propia de alma buena, lo que quiere decir breve, nos dice: “No está de más recordar que Maga nació en enero-marzo de 1984 y continúa apareciendo hasta 1987; tuvo su segunda época de 1990 a 1993; y cómo ya se ha dicho, en 1996, empieza esta que ahora culmina. Pero no será la última. Maga reaparecerá en su cuarta época, tal vez con otro formato, acaso menos especializada únicamente en literatura (aunque siempre indefectiblemente solidaria con ella), coeditada entre una Fundación Cultural Signos reestructurada de manera más eficiente y dispuesta a realizar nuevas ambiciosas metas y la recién creada y pujante 9 Signos Grupo Editorial, S.A., que en diciembre de 2006, echamos a andar un grupo de idealistas.)
Alguna vez, escribí un artículo que nunca le he mostrado a nadie: Maga y los molinos de viento, en la cual comenzaba yo por detallar los numerosos y utópicos proyectos que se vislumbraban en los números iniciales, entre los cuales se encontraba la necesidad de crear una Asociación Nacional de Escritores, reestructurar las políticas editoriales del Estado; el incremento de los concursos literarios para estimular a nuestros escritores; en fin, crear un ambiente más favorable para el desarrollo de nuestra literatura, la cual es el producto simbiótico de la creación de textos y el surgimiento de lectores que nos los dejen en manojos de papel embadurnados de tinta. Hoy hay una Asociación Nacional de Escritores, hoy son muchos los concursos literarios en todos los géneros que eran impensables hace dos décadas; sin embargo, queda mucho por hacer: los libros tienen precios elevados y las políticas del Estado se proyectan hacia el ahorro más estricto en literatura.
Ahora bien, amigos que me escuchan, dirán ustedes que mi discurso nunca ha tenido como meta la queja ante las injusticias de las que ha sido víctima la literatura, porque la misma tiene la virtud de ser como el ave fénix al poseer la capacidad de renacer de sus propias cenizas, de conocer como diría uno de nuestros cantores de décima que: “lo contrario al fracaso es la lucha,/ está escrito en la ley de la vida,/ levantarse de cada caída,/ aunque la desilusión sea mucha.”
¡Regocijémonos, entonces con este número doble de Maga!, valoremos su contenido, advirtamos su calidad, pues sólo así, saboreando el néctar de las páginas, estamos edificando literatura; así en su primera parte advertimos textos expuestos en el Primer Encuentro Nacional de Escritores, Críticos y Lectores, donde encontramos interesantes aportes, válidos hoy y mañana, porque están escritos con la intemporalidad de lo objetivo. Así, Irina de Ardila nos explica qué es un buen cuento, Fulvia Morales de Castillo nos hace un interesante estudio sobre los cuentos contemporáneos en Panamá, nuestra querida profesora Isis Tejeira nos habla sobre la novela Pueblos Perdidos, de su padre Gil Blas Tejeira, que cobra vigencia en el devenir histórico de nuestro pueblo que tal y cual presagiara Arnulfo Arias, tiene una historia que se repite en espiral. Asimismo, mi paisano Fredy Villarreal presenta su tesis en torno a la didáctica de la literatura panameña en la escuela, en el cual emplea el cuento como herramienta fundamental.
En la sección Miscelánea, se habla sobre el Premio "José María Sánchez", versión 2006, que este año recayó en la obra "Lejanos Parientes Indecentes" de A. Morales Cruz; además podemos disfrutar textos del cubano Rodolfo Hasler (cubano); de la mexicana Aline Paterson; Enrique Jaramillo Levi nos habla sobre la obra "Cenizas de Ángel" de Roberto Pérez Franco, podemos disfrutar también, el sabio discurso de Ariel Barría cuando recibió, por partida doble, el Premio Miró el año pasado; podemos asombrarnos con el cuento "Volar" de Silvia Fernández Risco; Lety Elvir nos presenta uno de sus polémicos textos; podemos leer también poemas de Viviane Natan, cuentos de José Luis Rodríguez Pitti, Claudio de Castro; un ejercicio de crítica literaria de Yolanda Hackshow sobre una obra del cuentista y crítico Rodolfo de Gracia; además de valiosos textos de Lidia Castillo, Fernando Burgos, Waldina Mejía, Mónica Lavin y un homenaje póstumo a dos escritores: el nicaragüense Franz Galich, quien obtuvo el Premio Centroamericano Rogelio Sinán con su novela "Managua Salsa City" y Mireya Hernández, cuya vida se extinguió días después de obtener el Premio Miró.
La sección siguiente también está llena de emotividad, rasgo fundamental de la buena literatura, cuya misión primordial consiste en producir emociones. Esta sección, llamada Nuevos cuentistas panameños, título sencillo y complicado, aparentemente ingenuo y profundamente sugestivo, contempla un estudio de Enrique Jaramillo Levi y cuentos de Victoria Jiménez Vélez, Diego Enrique Quijano, Gina Stanziola, Klenya Morales, Mady Miranda, Rosalía Morán Tejeira, Dennis Smith, Lili Mendoza, Vanni Arrocha, Sabúl Hernández, Lissete Lanuza, Alejandra Jaramillo Delgadillo y Minerva de Jované.
Dijimos ya que este número es doble y doble es también la cantidad y calidad de textos presentes, así tenemos premios a la promesa literaria, donde encontramos textos novísimos que presagian lo que será nuestra literatura después de la tercera época de Maga. Textos de Luigi Lescure y Lupita Quirós ganadores del Premio Cuento Facultad de Ciencias y Tecnología UTP, acompañados de cuentos de Mady Miranda e Isabel Herrera de Taylor.
La siguiente sección recoge algunas opiniones fundamentales que se vertieron con motivo de un homenaje in vita que se le rindió al escritor Enrique Jaramillo Levi, donde se destacan mensajes leídos en el evento, de reconocidos escritores tales como Francisco I. Berguido, Jorge Ávalos, Vivian Nathan, Fernando Burgos e Irina de Ardila. Aunque, generalmente, en nuestro país los homenajes se tornan en sinónimo de visitas inmediatas a los dominios de San Pedro, porque existe cierta incapacidad para reconocer en vida de las personas el mérito de sus obras; en esta ocasión los forjadores hicieron un acto de justicia y reconocen los valores de una persona que aún tiene mucho que dar al desarrollo de nuestra literatura.
Hay dentro de esta revista una sección dedicada al premio Maga de Cuento Breve, en el cual resultó ganador Carlos Fong. Sin embargo, la calidad del género es de tal magnitud que se incluyeron otros minicuentos participantes, obras de Lupita Quirós, Benjamín Ramón, A. Morales C., Hjalmar Jones.
Como es tradición dentro de esta revista, se incluye la sección reseñas, en la cual se comentan algunos de los libros que van enriqueciendo nuestra bibliografía nacional. Eduardo Hurtado nos comenta la obra "Impresiones y certezas" de Irina Ardila; Agustín del Rosario, "El círculo, la grieta" de Morales Cruz; Catherine Díaz, "Esperanza o realidad" de este servidor, Rick McCallister, "Peritas en Luna" de Leti Elvir y José Luis Rodríguez Pittí "Cenizas de Ángel" de Roberto Pérez Franco. Así, pues llegamos a otro de los aspectos fundamentales de Maga, no sólo incentivar la producción, sino motivar la lectura a través de la crítica, la cual es entendida por George Steiner como un pacto de amor entre el crítico y la obra leída; el producto de ese amor, al llegar al lector potencial lo motiva a realizar la lectura que es lo que en última instancia persigue el ejercicio crítico.
La última sección, titulada Papeles de la Maga, contiene interesantes documentos, entre los que se destacan que el reconocido escritor Juan Antonio Gómez obtuvo el premio de novela corta Ramón H. Jurado; las palabras de Jaramillo Levi en nombre de la Asociación de Escritores de Panamá; además se comenta el nacimiento de 9 Signos Grupo Editorial, prometeica agrupación que se ha propuesto la titánica tarea de dar a conocer nuestra literatura a través de publicaciones de obras literarias. Tenemos también las palabras de Jaramillo Levi en la presentación de la obra "Soñar despiertos" y el discurso pronunciado por Diego Enrique Quijano Durán en el acto de graduación del Diplomado en Creación Literaria de la Universidad Tecnológica de Panamá.
Amigos que me escuchan, hemos hecho un recorrido por la cantidad de información que Maga nos ofrece en esta ocasión. Como podemos ver es un contenido amplio, de temas muy variados, que evidencian lo que una revista cultural miscelánea, pudo llegar a ser y que sirve como punto de partida para vislumbrar lo que será en su cuarta época.
Los amantes de las letras en nuestro país debemos sentirnos felices; pues aunque tal vez un día el tiempo de la literatura de nuestro país se mida en un periodo antes de Maga y otro período después de Maga, estimamos que queda mucho por hacer. Estos veintitrés años de una revista literaria en Panamá, son el producto de una mente confiada en el devenir cultural de nuestro país. La mente de un hombre que en los próximos meses se acogerá a su jubilación (periodo en que por fin podrá dedicarse a tiempo completo al ejercicio de sus pasiones literarias); un hombre que como todo lo que es de carne y hueso resulta perecedero (cosa que esperamos que esté tan lejana en el tiempo como sea posible); un hombre que ha dado un ejemplo de lucha, un ejemplo de fe, que ha legado a las presentes y futuras generaciones un infinito conjunto de paradigmas que un Panamá amante de la literatura debe saber continuar, para que este hombre no tenga que repetir con la amargura de Bolívar, su tristemente célebre: “He arado en el mar.” Felicidades Enrique, por tu jubilación y por tu obra. Salud por Maga, que ya a su casi un cuarto de siglo de vida, ha logrado autonomía y estoy seguro que te sobrevivirá de manera independiente en el mañana que está por llegar.
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