Tantas impresiones se apoderaron de mí, tan pocas palabras para expresarlas.
Por lo cual tomaré algunas palabras de José Luis Rodríguez Pittí, a manera de marco de este evento, quien ha detallado algunas características de estos narradores así:
La selección se hizo en base a la experiencia compartida de vida: Todos nacimos entre 1971 y 1987. La mayoría somos únicamente narradores, excepto tres casos que también practicamos la poesía. Todos hemos publicado al menos un libro (algunos hasta seis) o uno en imprenta. En el grupo hay dos ganadores del "José María Sánchez", que organiza la Universidad Tecnológica de Panamá; dos ganadores del "Darío Herrera" que organiza la Universidad de Panamá; una ganadora del "Gustavo Batista Cedeño" que organiza el Instituto Nacional de Cultura de Panamá y varios ganadores de menciones honoríficas en todos esos concursos y otros, no sólo en Panamá. A todos nos unen experiencias comunes vividas durante ese tiempo turbulento de la historia de Panamá: los años de la dictadura, la represión, la censura, luego la crisis de finales de los ochenta, la invasión, el mundo globalizado, las computadoras y el internet, la fuerte influencia de la televisión por cable, de la música, el bombardeo mediático, el descrédito de muchas ideologías, el final de la guerra fría. En todos hay una búsqueda estética, creativa, de un lenguaje único, de formas de expresión literaria: un compromiso con la literatura, la búsqueda de vivir como escritor en todo momento. Ahora bien, esta búsqueda es tan personal, tan individual, que ninguno de los autores se parece al otro, ni en la temática, ni en los estilos. Se puede decir que todos parten de un principio común pero buscan destinos distintos en las obras.
Con este marco, y tras leer notas interesantes en los medios de comunicación, como aquella de Daniel Domínguez publicada el 9 de noviembre en La Prensa sobre este Recital, llegué a EXEDRA el jueves 13 y fueron apareciendo ante mis ojos los narradores: Carlos Oriel Wynter Melo (1971), José Luis Rodríguez Pittí (1971), Lili Mendoza (1974), Annabel Miguelena (1984), Klenya Morales de Bárcenas (1975), Melanie Taylor (1972), Roberto Pérez-Franco (1976) desde Boston en vídeo chat, Magdalena Camargo Lemieszek (1987) y Gloria Melania Rodríguez Molina (1981).
De esta forma se conformó la Mesa de narradores, bajo la atinada moderación y conducción de la poeta Lucy Cristina Chau (1971).
Vi público como pocas veces en EXEDRA, una gran confluencia de escritores, artistas, público en general, amantes de la literatura, de las historias que nos fueron desenrollando estos narradores.
Lucy los fue trayendo a nuestra atención uno a uno, en orden cronológico. Es decir que el primero fue José Luis Rodríguez Pittí y la última Magdalena Camargo Lemieszek, pasando por todos(as) en el medio, con sumo detalle de sus obras, búsquedas, trayectoria y estilos.
Rescato
- La dicotomía (¿o unidad?) sueño-memoria de José Luis Rodríguez Pittí. Su universalidad, concisión, casi matemática y aún tan poética.
- De Carlos Oriel Wynter Melo su búsqueda a la otredad, los huesos enterrados, su técnica precisa y sus hondos argumentos.
- Melanie Taylor se muestra más cortante, mas más anecdótica, apela a los códigos de nuestra generación y a esas alegorías de la vida diaria.
- En Lili Mendoza agradecí —como en el caso de Melanie— la muestra y relación con los códigos de nuestra generación, la pegada de su palabra, el calor y el color, la ternura y el dolor, la pureza, la crudeza, la verdad (¿existe?).
- Letras llenas de estrógeno las llamaron alguna vez, y yo agrego de fina ironía, de humor, de anécdota, una narradora de historias, Klenya Morales de Bárcenas.
- En su búsqueda filosófica, raizal, ontológica, Roberto Pérez-Franco nos llena de matices, atmósferas y reflexiones más allá del tiempo.
- Gloria Melania Rodríguez Molina nos tocó con su fortaleza pero también con su pureza, su corazón visible para todos, transmitido con técnica irrefutable.
- La sorpresa, la engañosa inocencia que trae debajo lo oscuro, pero también lo luminoso, es el juego fantasioso que nos dio Annabel Miguelena.
- Y Magdalena Camargo Lemieszek con una prosa bien tejida, una trama clara, honda, dolorosa pero muy poética.
De izquierda a derecha: Katia Chiari, Carlos Fong, Héctor Collado, Javier Romero, Magdalena Camargo Lemieszek, Annabel Miguelena, Jairo Llauradó, Melanie Taylor, Klenya Morales, Carlos Oriel Wynter Melo, Lucy Cristina Chau, Lili Mendoza, José Luis Rodríguez Pittí, Edilberto "Songo" González Trejos, Roberto Pérez-Franco (en la pantalla, en videoconferencia desde Boston) y Gloria Melania Rodríguez.
Nos llenaron de alusiones a uno, al otro, a los cassettes, a la radio, a los veranos, a los pueblos, a lo coloquial, a lo cotidiano, a los juegos recientes (que ya parecen de antaño), a la fantasía, a los ancestros, a los prejuicios, a la vacuidad global(izada), a la despersonalización, a los dramas sociales y personales, mas nos encararon con las raíces, con el shaman, con el jaguar, con el ser, el fuego interior.
"Pude ver esperanza", me dijo Ariel Barría Alvarado, a la vez que Héctor Collado, Carlos Fong y David Róbinson compartían sus inquietudes con los colegas narradores.
Y es que más que una revolución, estamos viviendo la evolución en las letras panameñas, y acá en la narrativa, está una muestra más.
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