Los artistas colaboran con el crecimiento social y económico de sus respectivos países. El estereotipo del creador inteligente bueno para nada está instalado desde el medievo.
Por Daniel Domíngez Z.
PANAMÁ, LA PRENSA - Los artistas son unos tipos geniales que nunca hacen nada provechoso, salvo cuando están creando. Ese es un estereotipo que Gerardo Neugovsen, docente e investigador argentino, considera que proviene de la Edad Media.
En ese entonces, el artista vivía del mecenazgo de los reyes o de la Iglesia, salvo que fueras Rembrandt y fueras más o menos independiente. El resto, o le sonreían a los poderosos, o se comían sus pinceles cuando el estómago les hablaba en tono alto.
Neugovsen es facilitador en el Diplomado en Gestión Cultural, que se da en la Universidad Tecnológica. Hoy [14 de junio], a las 7:00 p.m., ofrecerá la charla “La cultura, nuevos caminos a la crisis económica” en la Biblioteca Nacional. La entrada es libre.
Sabe que tirios y troyanos son reticentes en poner en un mismo saco al arte y al dinero. Pero señala que el creador sin billetes verdes en la cartera no llega muy lejos.
Los prejuicios son campos minados, dice, que anulan el diálogo entre artistas, Estado, empresarios y sociedad civil, para quitar esa noción de que el arte verdadero lo hace aquel que tiene a la indigencia como a su amiga preferida.
Ahora el creador tiene un lugar productivo en su país y puede ser una persona emprendedora. Pues sí, la gente que trabaja en sectores culturales y los artistas son generadores de riqueza, algo que parecía impensable hace 20 años, calcula Neugovsen.
“Esto no era ni tabú, no existía simplemente esta noción”. Así se modifican todos los paradigmas. Ahora no solo está el mecenazgo, el subsidio y el patrocinio, sino que además puede concebirse como un administrador de su propia creatividad.
“El sector relacionado con las industrias creativas experimenta desde hace más de dos décadas un importante crecimiento y reconocimiento en términos de rentabilidad, generación de empleo y beneficio a la comunidad y al desarrollo”, anota.
Gerardo Neugovsen, investigador y docente argentino, sabe que el arte colabora en términos de empleos, al producto bruto interno y a las importaciones dentro de la economía de mercado.
Piensa que lentamente los gobiernos han visto que la cultura es una inversión. Y han descubierto que cuidar un Casco Antiguo o fomentar un museo produce divisas.
ESCOLLOS
Pero sabe que falta mucho que alcanzar en el medio, ya que “menos del 10% de la población emergente de las áreas de artes, conservatorios y similares en Europa, está en condiciones de vivir de su profesión”.
Agrega Gerardo Neugovsen que en algunos países de América Latina esa cifra porcentual es aún más baja.
¿Por qué pasa este fenómeno? Entre las causas identifica la “falta de conciencia empresarial, traducido en la dificultad para realizar juicios realistas acerca de la sustentabilidad económica de las actividades creativas y la falta de efectividad para comprender los requerimientos del mercado, de identificación de públicos objetivos, de la importancia del marketing y de la promoción”.
Le preocupa, además, las limitaciones que tienen algunos artistas para adquirir la habilidad de “entender y movilizar oportunidades financieras como bancos e institutos de financiamientos, patrocinio y donaciones, fundaciones, etc.”.
Y encima, hay creadores que tienen poca comprensión y aplicación de las nuevas tecnologías.
Hay más canales de distribución que antes, pero dice que muchos no la utilizan al máximo.
Pone un ejemplo. Antes, un pintor dependía de las galerías y los museos. “Hoy puede poner su página web o armar una en Facebook y organizar exposiciones virtuales. Ya ni siquiera tienes que pagar un sitio web porque puedes hacer un blog y eso es gratis. La distribución del arte ha cambiado”.
ATREVERSE
Gerardo Neugovsen invita a los creadores a que sean más emprendedores, pero reconoce que no todos tienen la obligación de nacer con esa cualidad.
¿Entonces? “Siempre podrá asociarse con un gestor cultural, que se haga cargo de la promoción de su creación, que es una especie de empresario, o si no, formar colectivos con sus colegas”.
Recalca que los artistas deben aprender a asociarse.
“Si hay colegios de abogados, médicos, arquitectos y de obreros de la construcción, ¿por qué no de pintores y escritores, para que entre todos defiendan sus derechos?”, indica.
Hay que desarrollar dentro del sector cultural instituciones de protección social. “Eso todavía no se ha logrado porque no nos ponemos de acuerdo entre nosotros. Sin un colegio o sindicato nuestra capacidad de negociación como artistas es mínima. La idea todavía es: ‘si no me salvo yo, no me salva nadie’. No podemos solo depender de nuestra mucha o poca capacidad de gestión para lograr cosas”.
Otra nube gris en el horizonte: el subsidio del Estado a la educación, el arte y la salud, es cada vez más reducido en el planeta de hoy.
¿Por qué? “Son herencias del neoliberalismo de la década de 1990 con su nuevo orden mundial y que ha impactado muy fuerte a la economía mundial de los Estados, más la actual crisis económica global”.
Se sincera y resalta que también ciertos integrantes del sector cultural tienen “cierta tendencia a exagerar y a la queja: ‘no tenemos, plata’ o ‘nadie nos da plata’. Hay que salir de ese espacio quejumbroso y asumir los derechos que tenemos todos los creadores como entes productivos que somos dentro de esta sociedad global”.
Tomado de: prensa.com Panamá - Vivir +
No hay comentarios:
Publicar un comentario