3.6.08

PALABRAS DE MAGDALENA CAMARGO LEMIESZEK EN LA CEREMONIA DE PREMIACIÓN DEL CONCURSO "GUSTAVO BATISTA CEDEÑO" 2008

Ella se desnuda en el paraíso
de su memoria
ella desconoce el feroz destino
de sus visiones
ella tiene miedo de no saber nombrar
lo que no existe

—Alejandra Pizarnik, Arbol de Diana.

Para mí es un honor encontrarme esta noche, aquí, con ustedes. Antes que nada deseo expresar mi agradecimiento al Instituto Nacional de Cultura, los organizadores del Concurso Gustavo Batista Cedeño, por su legítimo esfuerzo de promover a los poetas jóvenes, a los relevos de nuestras letras, a los que no han podido ser publicados, a este nuevo aliento que nos reitera que en Panamá sí hay literatura. También quisiera agradecer a los jurados del concurso: José Córdova, José Luis Rodríguez Pittí y Alex Mariscal, por ofrendar su tiempo y su experiencia y aceptar la ardua labor de calificar este año las obras participantes. Agradezco con todo mi corazón a esa persona a la que le debo estar aquí esta noche, ese alguien que creyó, antes que nadie, incluso antes que yo misma, que yo no podía hacer otra cosa con mi vida que no fuese escribir. Gracias Pacifico. También me siento profundamente agradecida con los poetas Héctor Collado y Katia Chiari, por su tiempo, por la mano que me tendieron desinteresadamente, por sus consejos y por ese empujón que me hizo participar en el concurso. Gracias a Marco Ponce por su apoyo y recomendaciones, además de las horas que me regaló. No puedo dejar pasar la oportunidad de extender mis felicitaciones al ganador de la Mención de Honor, Adalcristo Guevara, por su poemario Meditaciones desde el vergel.

Recibir un premio de esta magnitud es, para un poeta joven, una puerta que se abre. Yo estoy frente a ustedes, sobrecogida, maravillada, delante de un telón que se corre y me muestra el escenario de la literatura panameña. Este primer paso es algo tan grande para mí, que tiemblo. Es, además de una satisfacción desbordante, una responsabilidad, al igual que lo es publicar un libro. Es también desnudarse un poco, frente a los otros, y eso obviamente da algo de miedo. Pero he creído siempre que una de las maravillas de la poesía es justo ese momento preciso donde deja de ser mi poesía y se vuelve de otros.

Quisiera esta noche permitirme la insolencia de hablarles, con la edad que tengo, de la poesía y del ejercicio de escribir. Considero que, al contrario de lo que mucha gente cree, la poesía y la literatura no se limitan únicamente a la inspiración. Esa inspiración que es generalmente descrita como algo místico, divino, ajeno, de algún modo, al hombre, al poeta. En Ion, Platón nos habla de que son las voces de los dioses las que dictan poesía, por medio de las musas, a los poetas. Los surrealistas hablan de una suerte de escritura automática, proveniente desde el subconciente y que se lleva a cabo, en ocasiones, en un estado de trance. Para tomar un ejemplo de nuestro patio me gustaría citar al escritor panameño Carlos Oriel Wynter Melo:

“…escribir es, antes que nada, atrapar anguilas o peces dorados en las profundidades de la memoria, en la corriente del sueño…Lo que trato de decir es que la literatura no es su forma y que lo que me hace escritor no son mis garabatos en un papel. Esas son las manifestaciones inevitables de sueños premonitorios y esos sueños premonitorios son la literatura.”

Así nos encontramos con impulsos, musas, dictámenes divinos, sueños premonitorios, inconciencia, estados de trance…o voces. Estas son partes del misterio, casi religioso, de la poesía. Es la parte primitiva, medular, el plano esencial de escribir. Quién no ha sentido, así de pronto, una violenta marejada de palabras inundándolo todo. No queda más que escribir entonces, o escribir o ahogarse. Pero escribir, no sólo poesía, es un oficio arduo que se extiende más allá de esos signos que nos inundan y no nos sueltan hasta que no nos vaciemos de ellos, ya sea en un papel, en una servilleta, en un computador, en lo que podamos. Está también el rostro indispensable de la escritura como disciplina: la revisión, la depuración, el compartir con otros, el tallerear, como coloquialmente decimos.

A mi parecer, no puede faltar el ejercicio constante con el lenguaje. Así como el deportista entrena el cuerpo, calienta los músculos, se mantiene en forma; el escritor explora sus habilidades, juega con las palabras, construye figuras, amplía los límites de los significados. Hay que lanzarse, más allá del cansancio, a develar los territorios infinitos de la palabra.

La palabra es, para mí, una montaña alta, alta…tan alta que no alcanzamos a ver su cima. Es un mar tan hondo, tan grande, que no puedo imaginar donde acaba. Es una quimera que tantos escritores han intentado domar tratando de alcanzar la perfección. Sus posibilidades son infinitas, con su curiosa arbitrariedad, se arropa de percepciones que le otorgan distintos significados. Salta de una boca a otra según las connotaciones, las circunstancias…o la poesía.

Así, me atrevo a afirmar que escribir está lejos de limitarse a la inspiración, es muchísimas cosas más. Eso es lo que yo creo, por lo menos. Aunque por supuesto, además de construirse sobre el pilar del oficio, es un compromiso que asumimos con eso que para algunos es una vocación, un sueño, un destino, una pasión, una ventana, un paraíso…y no puedo evitar pensar en Gustavo Batista Cedeño… Esto para algunos es, quizás, un áncora.

En cuanto al culpable que nos tiene reunidos esta noche, producto también del inspirarse y del oficio, y cuyo nombre es Malos hábitos… ¿Quién no tiene malos hábitos? Algunos se morderán las uñas, dejarán la ropa tirada, saldrán de la regadera con los pies mojados… o bien han de enamorarse fácil y profundamente, o les gustará hilvanar la telaraña de la conciencia hasta perderse, o aventarse a la soledad y a la melancolía como quien se avienta al frío.

Me han preguntado varias personas cual es el tema de Malos hábitos. Me gustaría ser cuidadosa a la hora de responder esa pregunta. A veces explicar demasiado estas cosas puede ser incluso peor que explicar un chiste. Es, de algún modo, privar al lector de la oportunidad de asumir el poemario como suyo. Hay muchas cosas encriptadas en el lenguaje de Malos hábitos, incluso en su nombre. Pero esos son los maravillosos cofres de las figuras literarias y la semántica, guardamos ahí mensajes, secretos y recuerdos. Claro, con gusto podría hablarles técnicamente como está construido Malos hábitos. Como poemario se funden en él tres hábitos primordiales. El hábito del amor, que es entregarse sin reserva alguna. El hábito del espejo, que es enfrentarse al proceso creativo y hundirse en un viaje de auto descubrimiento. Y por último el hábito oscuro, que envuelve la melancolía, la soledad y una especie de tambalearse al borde de un abismo mientras uno está roto.

Me preguntaron también cuánto tiempo tomó escribirlo. Los Malos hábitos abarcan un periodo de alrededor de 5 años, hay poemas que fueron escritos realmente hace mucho. Además yo no me había atrevido a construir un poemario hasta hace dos años, porque para construir un poemario es necesario armar un conjunto coherente, constante y con cuerpo. Hubo que dejarlo reposar, darle vuelta varias veces, escuchar la opinión de gente con mucha más experiencia. Creo que es importantísimo no dejar de aprender nunca, hay que escuchar siempre con atención crítica la opinión del que sabe más, uno nunca puede dejar de ser buen alumno. Uno necesita la mirada objetiva del otro, después de todo ¿Qué padre es capaz de ver los defectos de sus hijos?

Me he encontrado también con gente que me pregunta ¿Qué significa este poema? Como dije antes, busco que la gente pueda encontrar algo de ellos mismos en mis versos. Busco que mi poesía deje de pertenecerme cuando la lee otro. Busco que el lector la asuma como suya. No se trata de descifrar en qué pensaba el autor cuando escribía un poema. Para mí un poema puede no significar nada para quien lo lee, y está bien. Para otro puede significar un recuerdo, un momento, una sensación, que a su vez pueden ser distintos a los míos cuando escribí el poema. Y lo mágico de la poesía es que asume tantos rostros según quien la lee, tantos significados distintos amoldados a experiencias vitales diferentes. La poesía es un ser vivo al que le gusta transformarse, hacerse la difícil como una mujer quisquillosa, o desvestirse entera ante un guiño de ojos.

La poesía es muchas cosas. Es un destino como decían los surrealistas. Es quizás también un retrato. Pero creo que también es un espejo que espera reflejar a quien se mira en él. Creo que el clímax vital —y la diminuta muerte— de la poesía se cumple cuando el lector puede identificarse en ella.

Para mí este poemario es como un pájaro nacido en mi pecho y que he arrojado al viento. No sé a que ventanales irá a parar, o en quienes construirá su nido. Pero les invito, humildemente, a contagiarse de estos Malos hábitos y a cruzar el umbral de sus palabras para que se convierta en la cuerda que les ate a la vida, la raíz del amor encarnada en el pecho, o bien la puerta de los que escogieron ser libres.


(Palabras de Magdalena Camargo Lemieszek al recibir el premio obtenido en el Concurso "Gustavo Batista Cedeño" 2008. Publicado por primera vez en http://madziagesth.wordpress.com. Fotos de José Luis Rodríguez Pittí)

4 comentarios:

Edilberto González Trejos - Autor dijo...

Nos dice MADZIA (que así la conocemos también) que la poesía deja de ser suya y se vuelve de los otros, que esta manifestación literaria como todas las artes no sólo es inspiración, y nos toma de la mano en un viaje desde CATÓN con sus musas y divinidades hasta los surrealistas con su trance y escritura automática, para aterrizar en el Istmo con CARLOS WYNTER MELO y sus sueños premonitorios.

Ahonda en aquellas palabras que escuché en el Recital MUJERES DE PALABRA, en cuanto a las "voces", mas allende las voces, el escribir lo reconoce un oficio, y en el oficio, reconoce un pilar de la literatura, un áncora en palabras del propio GUSTAVO BATISTA CEDEÑO, que conlleva el revisar, depurar y nuestro querido verbo "tallerear".

LA PALABRA vista por la poeta como una Montaña alta, un Mar hondo, se conviierte ante mis ojos en un POEMA "per se".

Eyra Harbar dijo...

Me he tomado la libertad de citar este sitio para que más rutas puedan acceder a las palabras de Magdalena. ¡Su discurso sobre la poesía debe ser publicado como parte del premio!

JLRodríguezPittí dijo...

Eyra: Estoy de acuerdo contigo; debemos hacer la recomendación formal a la gente del INAC... Saludos, JLRP.

Anónimo dijo...

Hermoso tu discurso, Magdalena! No te conozco pero tus palabras me han emocionado muchisimo.
Te felicito de todo corazon!